Sesión
Nutrición y salud
Sesión organizada por la Sección de Medicina.
Intervienen:
Dr. D. Antonio Bascones Martínez
Presidente de la Real Academia de Doctores de España
Dr. D. Juan José Aragón Reyes
Académico de Número de la Sección de Medicina
Moderador
Dra. Dª. Irene Bretón Lesmes
Presidenta de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición
Alimentación y nutrición en la salud y la enfermedad
Dra. Dª. María de los Ángeles Calvo Torras
Académica de Número de la Sección de Veterinaria
Nutrición y salud: implicaciones del microbioma intestinal
FECHA: Martes, 12 de junio de 2018, a las 18:30 h
RESUMEN
En la actualidad, la nutrición, como factor esencial para el bienestar físico y mental, el mantenimiento de la salud y el desarrollo de la enfermedad, constituye uno de los focos de interés de mayor incidencia en la población general.
Existe una relación estrecha y bidireccional entre la nutrición y la salud. Por un lado, nuestra alimentación influye de manera decisiva en el riesgo de desarrollar enfermedades, especialmente las patologías crónicas que más nos afectan, como la obesidad, la diabetes, la enfermedad cardiovascular o el cáncer. Y por otro, las enfermedades, agudas o crónicas, condicionan un riesgo de desnutrición que, a su vez, empeora su pronóstico.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre las 10 causas más importantes de mortalidad en el mundo están las enfermedades cardiovasculares, el ictus y el cáncer, patologías que han ido aumentando en importancia en los últimos años, especialmente en los países desarrollados, incluido España. El papel de la dieta y el estilo de vida en estas enfermedades es innegable. En el caso del cáncer, es, junto con el tabaco, la causa prevenible más importante.
La desnutrición relacionada con la enfermedad es un problema cada vez más frecuente. Su etiología es múltiple: depende del paciente, de su patología y de los tratamientos. Pero también del entorno hospitalario y la atención sanitaria. La desnutrición aumenta la mortalidad y el riesgo de complicaciones y de iatrogenia, conllevando deterioro de la calidad de vida y aumento del gasto sanitario. Existen herramientas diagnósticas que permiten identificar el riesgo nutricional y deberían utilizarse de manera universal. La evaluación y el tratamiento nutricional deben formar parte del manejo integral de todo paciente.
Además, y dentro de este contexto general, la dieta también influye en los mecanismos epigenéticos, que modulan la expresión génica y, particularmente, en el conjunto de microorganismos que viven en simbiosis en el tracto intestinal, la microbiota intestinal, mediador fundamental del estado de salud y cuya relación con patologías diversas está reconocida. A nivel global, el cuerpo humano posee 10 veces más microbiota que células eucariotas constitutivas de sus propios tejidos, por ello los microorganismos de cada individuo se consideran parte integrante del mismo y actualmente se contemplan en su totalidad como un “órgano”. Además de en el tubo digestivo, se presentan abundantemente en la piel, la cavidad oral y el sistema urogenital, donde desarrollan funciones de metabolismo, protección del exterior e interacción con el huésped a través del sistema inmunológico. La microbiota se va adquiriendo de manera posterior al nacimiento. Dentro de la gran variedad de sus componentes en el tubo digestivo del hombre o del animal, se distinguen los microorganismos probióticos, con mínima o nula capacidad patógena y que ejercen funciones favorables para la salud. La asociación más conocida de probióticos se establece con derivados lácteos fermentados, tradicionalmente utilizada en la producción del yogur, y cuyos efectos beneficiosos se comprobaron a principios del siglo pasado. Por el contrario, disbacteriosis intestinales derivadas de tratamientos con antibióticos reducen la microbiota intestinal. Los probióticos de consumo humano deberían ser de origen humano, ya que algunas de sus acciones son específicas para el huésped del que proceden y deben sobrevivir en las condiciones del tracto gastrointestinal. Deben igualmente ser caracterizados para lograr un mayor balance ecológico del organismo frente a su posible afectación por la dieta, la administración de fármacos, la contaminación medioambiental, la disminución de defensas o el envejecimiento.